Recientemente he terminado de leer De ninguna parte, la última novela de Julia Navarro publicada en 2021. Es su última novela, y la primera suya que yo leo.
En esta ocasión, la consagrada escritora nos presenta una historia de una temática muy actual sobre las vidas ya entrelazadas en el pasado de dos personas que están predestinadas a volver a encontrarse. Y es que, el título de la novela hace referencia al desarraigo de los dos protagonistas de la novela, y a cómo el hecho de no sentirse parte de la sociedad que les ha acogido ha dejado profundas marcas en la personalidad de ambos.

Esta novela, escrita en un contexto muy convulso en cuanto a las relaciones entre Occidente y Oriente Medio, nos acerca a los conflictos personales que estas tensiones internacionales crean en individuos de las distintas sociedades implicadas.
Por un lado, nos encontramos con los problemas de identidad de Jacob —o Jaques—, a quien su madre le ha impuso su identidad judía tras haberse sabido ella misma descendiente de judíos y haberse trasladado con su hijo a Israel. Exmilitar y de origen Francés pero criado en Líbano, Jacob tiene profundas dudas acerca de la política internacional de Israel en cuanto a sus vecinos musulmanes.
Por otra parte, Abir, cuyos padres fueron brutalmente asesinados en Líbano por soldados judíos cuando él y su hermano eran pequeños, pasó su adolescencia en París donde sus tíos les acogieron. Marcado por el hecho de pertenecer a una familia de musulmanes ortodoxos en una sociedad occidental, la personalidad de Abir y sus traumas del pasado le llevan por un camino de radicalización.
La intención de Julia Navarro en esta narración es clara: hacer que nos planteemos cómo no sentirse allegado a la sociedad donde uno desarrolla su personalidad crea conflictos muy agudos en los individuos. Y Jacob y Abir, que son los protagonistas, te pueden caer mejor o peor. Puedes no entender en ciertas partes su forma de actuar. Es posible que algunas situaciones se puedan ver algo forzadas en la historia. Pero lo que es cierto es que la autora consigue hacernos plantearnos qué sería de nosotros de haber crecido en una sociedad que no entiende nuestros valores, que nos juzga constantemente por lo que somos y que pone trabas constantes a la forma en la que nos gustaría vivir.
Hay ciertos elementos de la historia que me han dejado un mal sabor de boca. Para empezar, no he empatizado nada con Abir. Sí, es el malo. Sí, es un terrorista. Pero desde que comencé a leer la novela, la intención que me transmitía la autora para con él era la de que teníamos que entender el por qué de la deriva del personaje. Ponernos en su lugar y pensar que nosotros habríamos hecho lo mismo. Y no. Al menos, yo leí hasta la última línea sobre Abir esperando conectar con su personaje. Y no ocurrió.
Algo similar me ha ocurrido con el personaje de Nora —o Noura—, la prima de Abir. Ella eligió de forma muy clara su camino. No quería de alguna forma convertirse en lo que su madre es y por nada del mundo quería que la religión dictaminase su forma de vivir. Por lo que veo un poco forzado su conflicto al tener que decidir entre salvarse a ella y a su familia o encubrir a su primo. Para mi, por su carácter y la forma en que había decidido construir su vida, la decisión estaba clara desde el principio. Por este motivo, en ciertas ocasiones me pareció que sus dudas y su indecisión plasmados en los diálogos con Jacob estaban un poco forzados.
Y como último punto que me deja un sabor agridulce, quiero mencionar el desenlace del personaje de Jacob. Quizás es algo premeditado por la autora y ese es el final que quería para el personaje. Pero leer el prólogo del libro me dejó con una sensación muy fuerte y perturbadora de que para él, todo había sido para nada. Se encuentra tan perdido o más que al principio. No va a poder desligar su vida de la de Abir jamás.
Como clarísimo punto positivo, me gustaría reseñar que la novela tiene un ritmo trepidante, en casi toda su extensión es adictiva. Y lo principal: entretiene. He disfrutado mucho de su lectura y del estilo de la autora. La ambientación es magnífica, me he sentido trasladado a todos los lugares que se describen en la historia.
Creo que el giro final en torno al personaje de Helen es algo controvertido. He leído todo tipo de reseñas en cuanto a esto: positivas y negativas. Yo, como persona que suele pillar este tipo de giros a mitad de la historia, he de decir que aquí Julia Navarro me ha engañado como a un niño pequeño. No lo ví venir para nada. Sorpresa absoluta. Por lo que teniendo esto en cuenta, en mi caso este es el mayor punto positivo de la historia.
Como conclusión, pese a que noto alguna laguna en cuanto al desarrollo de algunos personajes, he de decir que para mí De ninguna parte ha sido una de mis grandes lecturas de este 2021. Espero con ganas leer algo más de la autora. Quizás es el momento de sacar de la estantería uno de mis eternos pendientes, La sangre de los inocentes.
¡Nos leemos pronto!
Nanié Martía.
Suena: LN Granada – Supersubmarina.
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