Hace ya unas semanas que acabé de leer «Gótico», de Silvia Moreno-García, y no quiero que pase más tiempo sin dejar una reseña de esta novela en el blog. Después de haber sido una de las novelas más intensas que he leído este 2021, siento que con cada día que pasa, me alejo más de la historia. Aunque sé que siempre quedará en un huequito de mi cabeza, estoy seguro que en unas semanas la terminaré perdiendo en algún rincón del trastero de mis recuerdos. Pero antes de pasar a la reseña, te invito a que conozcas más sobre mí o a que visites mis redes sociales. Y aviso: la reseña contiene algún spoiler de la historia.
«Gótico» parte de una misteriosa carta de socorro
«Gótico» nos narra una historia en torno a High Place, una imponente casa construida décadas atrás por la familia Doyle en un remoto pueblo minero de México. Corren los años cincuenta, y Noemí Taboada, nuestra valiente protagonista, acude a la casa enviada por su padre, que está muy preocupado por Catalina. La prima de Noemí se ha casado recientemente con Virgil, el heredero de la antes poderosa y venida a menos familia Doyle. Catalina, en aparente estado de enajenación mental, escribe a su tío pidiendo auxilio y asegurando que corre peligro en High Place.
No sé cómo reaccionaría tu padre en caso de vivir una situación similar, pero el bueno de Leocadio Taboada no duda un segundo. No tarda en pedir a su hija Noemí que acuda a High Place para que vea con sus propios ojos cómo se encuentra la situación, temiendo que si él mismo acudiese los orgullosos Doyle lo tomarían como una intrusión en sus asuntos familiares.
A partir de esa situación tan intrigante, la historia se desarrolla magistralmente con todos los elementos más tradicionales del terror gótico.

Una obra de Terror gótico en estado puro
En primer lugar, nos encontramos con el primer elemento característico de este subgénero: el propio escenario donde se desarrolla la mayor parte de la historia. La vieja mansión de los Doyle fue construida en la montaña al más puro estilo de casa señorial inglesa sobre las minas de plata que la familia comenzó a explotar. Las características de High Place y sus particularidades enriquecen de manera magnífica la trama. Su mal estado de conservación y la manera en que la propia casa y sus habitantes parecen anclarse al pasado. La falta de comodidades como la racionalización del gas o la electricidad. El lúgubre cementerio rodeado de niebla. El moho que parece engullir todo de manera inexorable y gradual.
Todo ello nos conduce al siguiente componente: el misterio y el suspense que la mansión y la forma de actuar de sus habitantes aportan a la historia de «Gótico». ¿Qué le pasa realmente a Catalina? ¿Por qué la familia no quiere que le vea un psiquiatra u otro médico que no sea el médico de confianza de los Doyle? ¿Qué hay tras la extraña obsesión del patriarca por las teorías eugenésicas? ¿Por qué tantos mineros murieron por una extraña enfermedad trabajando en las minas de la familia?
No pasa mucho tiempo en la casa hasta que Noemí se hace eco del pasado del lugar. En primer lugar, está la mencionada enfermedad que en varias ocasiones se desató y acabó con la vida de numerosos mineros que trabajaban para el ya agotado negocio de la familia. Y no hay que olvidar que también está ese rocambolesco suceso ocurrido años atrás en el que la hermana de Virgil mató a varios miembros de la familia a disparos, para posteriormente suicidarse. Y ahí tenemos el siguiente elemento característico: una maldición pesa sobre la casa y sus habitantes, como bien atestiguan los habitantes del pueblo.
La paranoia se empieza a apoderar de Noemí cuando extraños sueños y alucinaciones surgen. Sus episodios de sonambulismo, que habían desaparecido tiempo atrás, regresan. Las manchas de extraño moho en la pared que crecen ante sus ojos o los zumbidos que cree oír desde las entrañas de la casa son algunos de los fenómenos paranormales que la protagonista presencia. Estos fenómenos inexplicables, junto al actual carácter melancólico y depresivo de su antes alegre prima Catalina y sus extraños ataques y desvanecimientos que le dejan en cama por días también son características del subgénero.
Los sueños de Noemí cobran un espeluznante y desagradable matiz erótico, en la medida en que pasan a mostrar momentos íntimos con Virgil que generan en la protagonista una inquietante atracción física hacia el marido de su prima. Aunque sea en sueños y a pesar de que la protagonista siente repulsión hacia el marido de su prima, Virgil siembra una semilla que extiende sus raíces en la mente de Noemí. Ello contrasta con la sana conexión que la protagonista establece con Francis, el primo pequeño de Virgil. Se nos presenta entonces el siguiente elemento esencial de este tipo de narrativa: los conflictos amorosos unidos a impulsos sentimentales.
A medida que transcurre la acción, los sueños alimentan el terror de Noemí por los dos líderes de la familia Doyle: el marchito patriarca Howard, y el prometedor heredero Virgil. Ambos encarnan la figura masculina tiránica tan característica del terror gótico, que en este caso muestra su culmen cuando se nos desvela el plan final en forma de matrimonio. Gracias al matrimonio entre Noemí y el frágil y pusilánime Francis, la familia incorporará sangre nueva para el futuro generacional de los Doyle. Un sacrificio indigno que el tirano exige a la heroína oprimida.
La falacia antropomórfica es el último de los elementos que quiero destacar del subgénero, y que en este caso se manifiesta de forma clara en el hongo alrededor del cual gira la explicación de todos los misterios de los Doyle. Silvia Moreno-García le da a este hongo y a la simbiosis que es capaz de hacer con la familia innegables características humanas. Esto se traslada incluso a la propia casa, que se nos describe en múltiples ocasiones como si estuviera dotada de vida propia.
Mis impresiones
Recomiendo muchísimo leer esta novela, de la que había leído y visto infinidad de reseñas hasta que por fin me decidí a comprarla.
Desde las primeras páginas, me sentí transportado a ese lugar decadente y misterioso al que Silvia Moreno-García nos ha querido llevar a través de esta historia. El miedo que llegué a sentir cuando parecía encontrarme entre la niebla, pisando la tierra mojada del cementerio de los Doyle, me sigue poniendo los pelos de punta. El talento de la autora para ambientar esta novela, para mí es indiscutible.
Disfruté mucho de los fragmentos en los que Noemí se nos retrata como una chica que se resigna a ser la esposa de alguien. Como alguien que se siente con derecho a disfrutar de su vida, de estudiar la materia que le apasiona, de continuar yendo a las elegantes fiestas de la capital, de seguir coqueteando con hombres por el simple hecho de sentirse deseada. En definitiva, con derecho a ser feliz. No tenemos que olvidar que en el México de los años cincuenta, el papel de la mujer se veía relegado al papel de ser una buena esposa.
Pero he de decir que el final de la novela, para mí, ha sido difícil. Y con difícil no quiero decir que no sea un buen final.
Fue difícil en el sentido de que necesité varias lecturas para entender lo que la autora quería hacernos ver acerca del hongo que infesta High Place. Me costó identificar que las escenas de la cueva nos relatan el origen del misterio. No comprendía del todo bien ese componente de la mujer embarazada. Necesité varias relecturas para unir todas las piezas del puzle.
Y fue difícil en el sentido de que no sé por qué, pero esperaba un giro trágico y un desenlace amargo para esta historia. Y cuando ese final trágico no ocurrió, parte de mí no lo quería creer. Parte de mí hubiese querido que la pobre Noemí hubiese fracasado en salvar a su prima o al bueno de Francis. Pero parece que la autora visionó su historia con «un fueron felices y comieron perdices».
¡Nos leemos pronto!
Nanié Martía.
Suena: Miraflores – La M.O.D.A.
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