La pesadilla de todo escritor
No seré el primero que habla sobre la página en blanco, pero como últimamente estoy consiguiendo escribir a diario, me estoy encontrando con este pequeño problemita más de lo que me gustaría. Si has llegado aquí por casualidad y quieres saber más de mí, te invito a que leas más sobre mi.
Intentar escribir se siente igual que estar montado en una montaña rusa. Unos días crees que te vas a comer el mundo, mientras que otros todo son dudas. Doy por sentado que no soy el único que al intentar crear hábito y proponerse redactar todos los días, se enfrenta al temido momento de no saber qué escribir.
Unos días, llegas y ya desde antes de encender el ordenador, tienes claro por dónde vas a empezar a escribir. Esto me pasa especialmente cuando el día anterior he dejado un capítulo o una escena a medias.
Otros días, te propones avanzar y terminas mirando durante minutos una página en blanco del procesador de textos. Casi siempre me pasa cuando tengo que empezar capítulo. Es el tan conocido síndrome de la página en blanco o bloqueo escritor.

Esa página en blanco, para mi, es el mayor reto y el punto más oscuro del proceso de escribir. Es en ese momento de oscuridad, en el que en mi mente todo se tambalea. El momento en que empiezo a preguntarme: «¿Qué estoy haciendo? ¿De verdad ésto lleva a alguna parte? ¿Quién va a querer leer cualquier cosa que yo escriba?».
Una trampa mortal
Es curioso cómo inconscientemente, uno se pone a sí mismo esas trampas y a veces se deja llevar por esas dudas que no le hacen ningún favor. Una línea. Una. Sólo escribe una línea, y todo saldrá bien. A partir de esa línea, siempre hay algo más que poder teclear. Esa línea es tu salvavidas. Agárrate a él o te hundirás. Pero no dejes la página en blanco. No sigas mirándola y retroalimentando tus dudas. Confía en ti.
En ocasiones, los días que al abrir el proyecto me he enfrentado a esa página que te grita «¡ESTOY EN BLANCO!», han terminando siendo días muy productivos si rápidamente he conseguido escribir unas pocas líneas a partir de las cuales encontrar el camino de la inspiración.
¿Los errores que uno asume?
Yo, en particular, soy consciente de que a veces contribuyo a crear la situación de bloqueo ante la página en blanco al andar saltando de un proyecto a otro, en lugar de centrarme en un proyecto. Tampoco ayuda el hecho de que me obsesiono por escribir capítulos completos, y en el orden en que quiero que se muestren en el producto final.
A veces pienso que si me pusiese a escribir sin freno, sin pensar en la estructura de capítulos, y obligándome a trabajar largos periodos en un único proyecto, sería mucho más productivo. Pero por otra parte, disfruto más de escribir aquello que me apetece desarrollar en cada momento. El hecho de también soler encontrarme más satisfecho con el avance que hago en aquello que en ese momento específico me apetecía escribir, me impide focalizarme en un único proyecto. En ciertas ocasiones, me he autoimpuesto escribir y ceñirme a un proyecto en concreto y el resultado no ha terminado de ser lo que esperaba. Más de una vez eso ha terminado con una vuelta atrás a la casilla de salida.
Conclusión: escribe
Sea como sea, hay una cosa que sí tengo clara. Sólo hay una forma de superar el problema y vencer a la página en blanco: ESCRIBIR.
Lo que sea. Aunque termines borrándolo. Al menos no has contribuido a acrecentar esas dudas y pensamientos negativos sobre tu trabajo. Habrá días en los que lo que escribas se convierta en tu parte favorita del proyecto. Habrá otros días en los que lo escrito será corregido y reescrito enésimas veces en el futuro.
Pero al menos no te habrás dejado vencer.
Dicho todo esto, ¡a seguir escribiendo!
Nanié Martía.
Suena: Some nights – fun.